Como todo lo híbrido, los micropagos suscitan controversias apasionadas. Casi nacieron con la internet. El debate, sin embargo, está volviendo a tomar vigencia con nuevas propuestas. iTunes de Apple que vende piezas musicales por 99 centavos de dólar cada una es la más visible (y tiene considerable éxito). No es la única.

San Francisco, California, 10.nov.03

Scott McCloud, autor conocido de comics pone a la venta en línea la última de sus obras por 25 centavos la entrega. Se trata de un un umbral simbólico en la medida en la cual las empresas de tarjetas de crédito cobran un cuarto de dólar mínimo por transacción. A este precio el vendedor no gana nada. McCloud piensa tener una respuesta a este rompecabezas.

Además de nuevas ofertas de contenido, surgieron nuevas empresas con servicios renovados. McCloud utiliza BitPass (en la cual puso algo de su dinero). Lanzada durante el verano, la empresa instalada en Palo Alto, retoma un esquema ya conocido y comparable al de las tarjetas de débito pero dice tener una tecnología simplificada que permite reducir molestias y costos tanto para el vendedor como para el comprador. El usuario entra sus datos una vez (los de su tarjeta bancaria) y compra un crédito que va disminuyendo a medida que va comprando en línea. La transacción con la empresa financiera se hace una sola vez. BitPass cobra un 15% sobre la mayoría de las transacciones.

De manera diametralmente opuesta, Pepperpoint deja que se vayan juntando las micro transacciones en la cuenta del usuario y las protege gracias a una sistema sofisticado de encripción. El pago a la empresa de crédito se efectúa cuando el costo de la operación relativo al monto de las compras deja de ser significativo. El inconveniente es que el usuario debe bajar un programa especial a su computadora.

En ambos casos el primer obstáculo consiste en convencer un número significativo de vendedores para que adopten el sistema en cuestión. También hay que convencer a los usuarios, una tarea muy difícil si hemos de creer al analista Clay Shirky.

Shirky está convencido que los micropagos nunca despegarán por dos razones. En un documento publicado en diciembre del 2000 afirma que cada operación por barata que sea incluye un «costo mental» (tomar la decisión, llenar los formularios en línea, etc.) cuyo peso resulta tanto más elevado – relativamente – cuanto la cantidad de dinero implicada va bajando.

En un ensayo recién publicado en septiembre, Shirky opone ahora la enorme oferta de contenido gratis a los micropagos y subraya que lo gratuito elimina todo los costos inclusive mentales. Nadie puede mejorar esta oferta (salvo pagándole al usuario, lo cual no se podría sostener por mucho tiempo).

Esta solución es muy interesante para los artistas. «Si tienen la posibilidad de escoger entre fama y fortuna, muchos preferirán una audiencia amplia y no cobrar a una audiencia reducida que pague precios muy baratos.»

Shirky tiene razón cuando dice que lo micro pagado sale más caro que lo gratis, pero se le olvida decir que sale mucho más barato que lo pagado hoy. Tampoco toma en cuenta el hecho que la gente ya se acostumbró a pagar en línea y que el número de sitios pagos es en constante aumento.

El modelo gratis resulta probablemente más conforme a la internet de los primeros años. Pero hoy día no se puede oponer los micropagos solamente a lo gratis. Es necesario comparar sus méritos a los de los servicios pagos tales y como existen hoy, vale decir bajo la modalidad de la suscripción. A medida que lo pago va ganando terreno, aprendemos a distinguir entre caro y barato, exactamente como lo hacemos en la vida real.

Los micropagos, además, tienen una virtud esencial en relación al espíritu de la red y a los múltiples niveles de interacción que permite. En el modelo de suscripciones, el usuario se ve obligada a comprar contenido en bloque con una idea aproximativa de lo que va a encontrar. Con los micropagos solo compra artículos, piezas, obras que le gustan. Puede escoger mejor.

BitPass

Scott McCloud

Peppercoin

Clay Shirky

J’enquête, je suis et j’analyse les technologies de l’information et de la communication depuis la préhistoire (1994). Piqué par la curiosité et l’envie de comprendre ce que je sentais important,...