El gigantesco apagón que acaba de paralizar al noreste del continente es tal vez más grave que si hubiera sido desencadenado por un ataque terrorista. Tiene su origen en problemas de fondo cuya responsabilidad no puede ser atribuida a ningún «otro», a ninguna fuerza «diabólica», ya que se debe a la forma en la cual funciona el sistema.
San Francisco, California, 16.ago.03
Se trata primero de lo que ciertos analistas llaman una «consecuencia no deseada» de la sociedad en red en la cual todo está conectado. Albert-László Barabási, autor del libro Linked, The New Science of Networks [Ver Reforma del 15 de julio del 2002] escribe en el New York Times del 16 de agosto: «La magnitud del apagón tiene su raíz en un aspecto a menudo ignorado de nuestro mundo globalizado: la vulnerabilidad por interconectividad.»
En los primeros tiempos de la electricidad, la producción siempre era local. Tales sistemas, capaces de satisfacer picos en la demanda, apenas utilizaban una fracción de su capacidad la mayoría del tiempo. Resulta ser económicamente absurdo y varias razones llevan a conectar entre sí las redes locales: los momentos picos varían de un lugar a otro y la electricidad no puede ser conservada lo que impide hacer reservas para distribuir el flujo en función de la demanda. Sin embargo, dicho flujo circula bien y los adelantos tecnológicos permiten transmitir la electricidad sobre distancias crecientes: 600km hace 30 años, según el Global Energy Institute, 2,500 hoy y pronto 7,000km para ciertos tipos de corriente.
Normalmente una red de redes permite enfrentar los problemas que surgen en un punto gracias a los recursos distribuidos en el conjunto. Pueden, sin embargo, darse casos de «fallos en cascada» (cascading failures), versión actualizada de la teoría de los dominós.
Un remedio – potencialmente peor que el mal – consiste en cortar los vínculos. Si los EEUU cortaran sus relaciones con Japón, las desdichas de la economía nipona no los afectarían, pero la economía mundial podría desmoronarse. «Los fallos en cascada son comunes en las redes más complejas» explica Barabási. Es uno de los vicios de la sociedad en red y tenemos que aceptarlo a la par de sus virtudes.
Varios analistas han notado que las redes eléctricas europeas están igualmente conectadas sin que se manifieste este tipo de problemas. Tienden a atribuir la explicación a la existencia de autoridades centrales mejor capacitadas para imponer soluciones a largo plazo. «En EEUU tenemos más de 220 empresas eléctricas de capital privado, 2,900 autoridades municipales y cooperativas controlando la electricidad y luego tenemos a 9 agencias federales de mercadeo» declaró al Chicago Tribune George Gross, profesor de ingeniería eléctrica de la Universidad de Urabana-Champaign. «En Europa, la mayoría de los países tienen a un operador central. Y resulta mucho más fácil reformar con una sola compañía.» Del punto de vista de las redes puede ser considerado como una ilustración de la robustez de las organizaciones parcialmente jerárquicas y reticulares.
El apagón también tiene una clara dimensión política. La conexión de las redes entre sí se ha hecho en un contexto de desregulación radical que llevó a la separación entre producción de electricidad y transporte, actividades que dependían de entidades únicas en el sistema previo.
En una sociedad que le destina cada vez menos dinero a los servicios públicos, importantes empresas se han dedicado a la rentable producción dejando de lado la construcción de nuevas líneas que siempre requiere múltiples autorizaciones de autoridades independientes y suscita a menudo una fuerte oposición local. «Tenemos una capacidad de generación más que suficiente, pero no tenemos la transmisión para las entregas» declaró Micahel Gent presidente de la North American Electric Reliability Council, grupo encargado de monitorear el sistema.
El muy respetado Financial Times no vacila en hablar de «fallo político frente a la desregulación» a lo cual debemos agregar que resulta imprudente seguir alentando un consumo creciente sobre todo si no se invierte en la infraestructura pública.