La telefonía internet es una oportunidad para los usuarios deseosos de reducir el costo de sus comunicaciones, pero las empresas de telecomunicación la ven como una amenaza. Las posiciones de monopolio mantenidas a pesar de las desregulaciones y las tarifas exorbitantes aplicadas a las llamadas, o sea su propio modelo económico, están en cuestión. Queda ver como van a reaccionar.
San Francisco, California, 29.mar.04
Primero, hay que tomar en cuenta que si la tecnología (y la voluntad para usarla) ya es accesible, la revolución no se dará mañana. Según Forrester, la conocida empresa de análisis de mercado, apenas 20% de las empresas tiene (o se prepara para tener) una instalación VoIP (Voice over Internet Protocol) (15% tienen WiFi). El gabinete de estudios In-Stat/MDR estima por su parte que 4% de las empresas utilizan VoIP y calcula que la proporción se elevará a 19% en el 2007.
La telefonía internet permite ahorrar 50% o más del presupuesto telefónico de una empresa y permite recurrir a servicios más sofisticados como la integración del email, la mensajería instantánea el teléfono y la video-conferencia. NexTel la utiliza en su servicio Push-to-talk que permite utilizar sus teléfonos móviles como si fueran walkie-talkies.
Uno de los sectores más prometedores parece ser la convergencia entre VoIP y WiFi, la tecnología de comunicación inalámbrica entre computadoras. Juntas, trastocan el paradigma de comunicación en el seno de una empresa, sobre todo si el personal es móvil.
Frente a esta amenaza, las grandes empresas norteamericanas de telefonía (AT&T, BellSouth, SBC, Verizon, etc.) ya utilizan discretamente la VoIP. Un 10% de las comunicaciones telefónicas internacionales ya caen en esta categoría, según News.com, mientras apenas 1% son iniciadas a partir de un teléfono especial.
La revolución no es para mañana pero llegará. «Es la ola del futuro» acaba de escribir el economista Robert Samuelson en el Washington Post del 26 de marzo, antes de precisar: «El reto para el gobierno y el mundo de los negocios es convertir este aparente caos en un boom de las inversiones.»
La presión a favor de la innovación proviene, como lo hemos visto en semanas pasadas, de empresas jóvenes que proponen dos tipos de solución. Por un lado, Net2Phone y Vonage utilizan fundamentalmente la infraestructura existente y cobran por las llamadas. Del otro lado, Skype propone una solución totalmente diferente en la cual las llamadas son gratis y el tráfico está asegurado por las computadoras de los usuarios. Usan los cables instalados pero ignoran la arquitectura de las empresas telefónicas.
El primer modelo consiste en modificar el sistema gracias a tecnologías nuevas, el segundo en sustituirlo por otro nuevo. Clay Shirky, uno de los analistas más respetados de internet, estima que «las empresas instaladas no tienen más elección que adoptar a VoIP algún día debido a los ahorros que representa y a su mayor flexibilidad. Sin embargo, pueden retrasar este «algún día» de manera significativa con una estrategia de ataque a sus competidores mediante el sistema de regulación mientras atrasan la implementación de su propio uso de la tecnología.»
El 24 de marzo, AT&T hizo pública una estrategia de «aceleración» de oferta de servicios VoIP (la empezó a utilizar en el 1997), pero la limita a las empresas.
En el mismo tiempo, esas empresas cabildean acerca de la Comisión federal de comunicación para que imponga impuesto a las comunicaciones de voz por internet. Una nueva reglamentación ya es indispensable dado que las disposiciones vigentes que operan en base a la distinción entre voz y datos no opera cuando todo se digitaliza y circula bajo forma de «bits». Vale notar que el día 25 de marzo, Telkom, la empresa sur africana de telecomunicaciones hizo saber que considera ilegal la telefonía por internet. Se parece mucho a una prueba realizada en las márgenes del dispositivo.
Está en juego un modelo de telefonía radicalmente diferente en el cual el teléfono deja de ser un aparato para volverse una aplicación de internet. Nada prohíbe pensar, según escribe Samuelson que «Microsoft o Dell se vuelvan compañías telefónicas». También lo podría ser Skype, o, en esta misma lógica, una red de usuarios o sea: nosotros.