Me gustaría comenzar hoy con la historia de cómo Twitter revolucionó el servicio de comida rápida en San Francisco. Y si se preguntan por qué traigo el tema a cuento, concédanme un par de minutos de su atención.
En una ciudad donde demasiada gente come fuera por falta de tiempo para preparar sus alimentos, un buen número acude a los camiones-restaurant, prosaicamente bautizados como «food trucks».
Su multiplicación y la calidad de sus productos (algunos se dicen «gourmets») es considerada como una amenaza por los restaurantes, que laboran bajo severas reglamentaciones… y a un precio que disuade la adquisición de licencias.
Como siempre, la reacción ha sido la economía informal, la aparición de camiones carentes de permiso, obligados a esfumarse cada que los inspectores asoman la nariz. Así ocurría antes de que Twitter lo trastocara todo. ¿Cómo?
En un primer momento fue utilizado por los «food trucks» para informar a sus clientes, a medida que se desplazaban, en qué punto se encontraban.
En un segundo, los propietarios de licencias que veían a su clientela evaporarse comenzaron a servirse de las cuentas de esos competidores como base de datos de personas a quienes ofrecer sus servicios.
Gracias a eso, las cocinas ambulantes jamás se habían comportado de mejor manera: no faltan los sitios y blogs que facilitan ubicarlos, tales como FriskyFoodTrucks o Best Food Trucks Bay Area. Incluso Yelp, el servicio de clasificación de restaurantes, cuenta con una selección de los mejores camiones de San Francisco.Y todo comenzó a cambiar.
El estado de California acaba de legalizar la venta de comida hecha en casa, una «enorme victoria para los camiones restaurantes«. Nació, pues, un movimiento nacional, que se divulga en Twitter con el hashtag #FreeTheFoodTrucks.
Existe incluso un libro sobre la gestión de dichas cocinas ambulantes, que ve en esta modalidad una «conexión cultural» que acerca a los comensales a la cocina y los platillos del mundo.
Y, por supuesto, los propietarios de camiones están empezando a abrir restaurantes.
Me olvidaba… Los «Food Trucks » constituyen una nueva tendencia a la hora del almuerzo en muchos países y hasta en Francia, donde uno puede, en Pouet-Pouet.com, localizarlos en tiempo real.
Sepandar «Sep» Kamvar, investigador del Massachussetts Institute of Technology, ve en el fenómeno un proceso en el que Twitter y las redes sociales contribuyen a «remodelar la vida» en la ciudad, y señala en mapas su evolución para un mejor seguimiento.
La moraleja de esta historia reside en que una tecnología que nada tiene que ver con una actividad industrial o comercial determinada es capaz de trastornar varias franjas de empresas establecidas. Y una vez iniciado el torbellino nadie sabe dónde se detendrá. Es necesario, por tanto, involucrarse rápidamente como participante. Antes de que sea demasiado tarde.
La moraleja de esta moraleja es que, si el software organiza la vida y modifica nuestras ciudades –algunos aseguran que «se come al mundo»–, debemos defender las cocinas abiertas, hacer de pinche siempre que podamos, y disponer de las salsas a nuestra conveniencia.