El concepto de ciudad inteligente da miedo. Porque se entiende mal y porque, con buen juicio, los usuarios y los ciudadanos son reacios a dejar sus datos en manos de Estados, grandes empresas y criminales.
La reacción más simple es entonces decir «no» a los proyectos presentados por algunos ayuntamientos con el apoyo de gigantes como IBM o Schneider Electrics. Lo escuché decir radicalmente en México, al igual que la cautela de los responsables en metrópolis francesas.
Es una pena, porque la informática puede ayudarnos a consumir menos energía con las redes inteligentes de distribución de electricidad (smart grids), a gestionar mejor la circulación, y reducir los riesgos de incendio, como en Nueva York.
El problema no está en discutir para saber si queremos ciudades más inteligentes, sino en poner todos los medios para mejorarlas. Utilizando las tecnologías de la información y comunicación. No importa cómo.
El responsable del centro londinense Future Cities Catapult, Peter Madden expone el problema claramente cuando dice « Hay una tensión entre inteligencia y participación », antes de precisar : “Queremos inteligencia – es obvio -, pero no queremos que nuestras vidas estén gobernadas por algoritmos ».
Las TIC se han desarrollado siempre bajo el marco de una tensión que, de una parte, proviene de los defensores de la inteligencia artificial (el todo ordenador) frente a aquellos que hablan de «inteligencia aumentada» para los que las máquinas son simples herramientas.
Internet y la web han desplazado la tensión. Ahora se encuentra entre la centralización de los datos por las grandes empresas y la arquitectura de participación que nos permite a todos participar. Para las ciudades tenemos por un lado «datapolis» que se basa en la recogida y tratamiento de todos los datos posibles para permitir a las autoridades actuar. Por otra parte tenemos, según yo, « particípolis », en la que las iniciativas ciudadanas juegan un rol esencial en el co-diseño, la co-gestión y la co-creación.
Hace falta las dos. Datapolis ya ha llegado. Hagamos que particípolis la equilibre. Pongamos todas las inteligencias al servicio de nuestras ciudades.
Este articulo ha sido publicado por i.ambiente el 5 de agosto del 2015.