Los emprendedores decididos a conquistar el planeta no faltan, en Rusia menos aún. Su apetito recuerda a la fórmula de Marc Andreessen según la cual «el software está en camino de comerse el mundo». El software ruso, en este caso, ya que Rusia forma parte de un pequeño grupo de países en los que la calidad excepcional de los ingenieros y los enormes recursos financieros disponibles permiten pensar y actuar en «global». He tomado consciencia de ello cuando Andrey Gershfeld, del fondo ABRT, me ha señalado que «bastante dinero proviene de los emprendedores que han hecho fortuna offline. Ellos tienen poca experiencia en materia de TICs pero tienen la ambición y el capital necesarios». Esta frase contrasta con lo que he oído a menudo por donde quiera que iba: hay dinero pero los que lo tienen no se atreven a aventurarse en lo virtual y en el capital riesgo. En Rusia, se atreven.
En cuanto a los ingenieros, todo indica que su reputación es fundada. Tomemos simplemente como ejemplo el hecho de que un equipo de la Universidad del Estado de tecnologías de la información, de Óptica y Mecánica de San Petersburgo ha ganado en Mayo en Varsovia, el título de campeones del mundo de programación. Y esta no es la primera vez. Ha habido tres universidades rusas entre las 10 primeras, a las que se puede añadir una bielorrusa (Harvard es la séptima y Stanford décimo cuarta). En 2014, San Petersburgo, Moscú, Pekín, Taiwan y Varsovia han ocupado los 5 primeros puestos. La universidad de Nueva York fue decimotercera, Stanford cuatrigésimo quinta.
Sin embargo, para conquistar el mundo hacen falta conquistadores. Serguei Beloussov es un candidato ideal. Además de haber fundado Parallels, una empresa de virtualización conocida por su programa que permite utilizar Windows y Linux en algunos Mac, se ha convertido en un capitalista de riesgo particularmente agresivo. Su fondo se llama Runa Capital.
Desdeñando el sur y su propio país, ha puesto sus equipos en Estados Unidos, Europa y Japón. Su fondo se especializa según su propia fórmula, «en todo lo que sea programable: cloud, mobile, software. Es todo lo mismo o casi lo mismo». El aspecto «diferenciador», como él dice, es «la capacidad de desarrollar softwares complejos extremadamente tecnológicos», sofisticados al máximo.
En apoyo de su tesis, además de Parallels que lo ha puesto en órbita, da el ejemplo de Nginx, una compañía que produce el software «que permite el funcionamiento de Facebook, LinkedIn y Spotify» y que según Wikipedia se utiliza por el 25% de los 1000 sitios web más visitados. En otro ámbito, cita el juego online World of Tanks que se basa en las representaciones gráficas fieles y «las reconstrucciones matemáticas extremadamente complejas». De forma general, se piensa que la informática rusa es particularmente buena en el ámbito del software científico, como la bio-informática. También lo es en la seguridad (con Kaspersky, por ejemplo), los motores de búsqueda (como Yandex, que planta cara a Google en Rusia), el data mining, «todo lo que viene de las matemáticas e implica sistemas o algoritmos complejos»
Pero su visión globalizadora se basa en el hecho de que: «Rusia es un mercado pequeño que no agrupa más que al 2% de la población mundial». Esto es lo que me dijo durante una entrevista en su oficina de Moscú en julio de 2012. «Todo lo que se centra en Rusia está condenado a ser insignificante. Mi empresa no ha hecho prácticamente negocio acá. Nuestro negocio es global, con tecnología y equipamientos rusos. En esta perspectiva, India y África no son interesantes. Hay más usuarios pero menos dinero y será así por mucho tiempo”.
En el mundo de las tecnologías de la información es indispensable prestar atención a lo que pasa en Rusia. La brecha de percepción es impresionante. El país debe hacer frente a fuertes presiones económicas y políticas pero esto no afecta a la calidad de sus desarrolladores y al hambre de los hombres y mujeres de negocios, sobre todo cuando estos se instalan en Singapur como Beloussov, quien tiene incluso un pasaporte de este país.
Este artículo ha sido publicado por i.ambiente el 15 de julio del 2015.