La descentralización es uno de los temas recurrentes de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Ilustrado por la evolución de los aparatos que usamos para manejar información (computadora central, PC, laptop), el movimiento está conociendo una verdadera explosión con la multiplicación de los teléfonos celulares con capacidad informática. Enteramente dedicada al tema, la conferencia Supernova 2004, reunida los días 24 y 25 de junio en el corazón de la Silicon Valley, ha permitido mostrar como esta fuerte tendencia está trastocando la manera en la cual funcionan las empresas al igual que nuestros modos de relacionarnos y de comunicar.
Santa Clara, California, 25.jun.04
«Estamos ahora en las etapas iniciales de un incremento en la libertad humana en los negocios que a la larga podría ser tan importante para cambiar la manera en que se manejan las empresas como lo fue la democracia para los gobiernos,» explicó el primer orador Thomas Malone, profesor de gestión en el Massachussets Institute of Technology. Promovido por el decreciente costo de las comunicaciones, el reto de la descentralización consiste ahora en «dar a la gente más información, más libertad y más poder de decisión.»
En el marco de una conferencia enteramente dedicada a las TIC, esto conduce a preguntar qué herramientas, qué medios de comunicación pueden contribuir al incremento en la cooperación que la tendencia implica. Abundaron las soluciones propuestas, desde los programas como Groove, hasta la telefonía inalámbrica, los blogs y los Wikis (sitios que cualquiera puede modificar).
Mercados, empresas, trabajo son cada vez más vistos como «conversaciones». La expresión puede sorprender. Está, sin embargo, muy arraigada en la cultura local. Implica la participación de todos y el fin (relativo) de la pasividad. Hasta las conferencias se pueden volver conversaciones.
«Soy una de esas personas que los oradores odian. Me siento entre el público, con me Powerbook de 17 pulgadas sobre mis rodillas cuyas ventanas de chats y de sitios web hacen que mi atención se aleje de sus caras,» escribe Elizabeth Lawley, profesora en el Rochester Institute of Technology en uno de los blogs en los cuales participa. En Supernova, distaba mucho de ser la única. Por momentos, hasta el 80% de los participantes tenían sus laptops prendidas frente a ellos.
La conferencia fue concebida para que así fuera. La sala tenía una red Wifi (caprichosa, lo cual resultó muy frustrante) y los participantes podían usar el sitio de la reunión para participar de un blog colectivo, un Wiki, o un espacio de chat, sin olvidar la membresía automática en LinkedIn.com, sitio especializado en el desarrollo de redes sociales.
Los oradores tienen que cuidarse. Si se vuelven aburridos, parte del público empieza a contestar emails atrasados. Si se equivocan, siempre hay alguien que encuentra la información correcta y la comunica a los demás que no tardan en intervenir. Pero cuando resulta apasionante, los participantes visitan los sitios que el orador menciona, buscan complementos de información o entablan en directo discusiones con otros que pueden estar en la sala o en otro lugar del planeta, conectados por mensajería instantánea. En un momento de Supernova 2004 una de los presentes se levantó para plantear una pregunta enviada, en ese mismo instante, por alguien desde Nueva Zelandia.
Desde el fondo de la sala una voz hizo notar durante una sesión especialmente dedicada al tema que ese nuevo estilo permite que la gente establezca mejores relaciones entre sí, lo cual como todos sabemos es el primer objetivo de tales conferencias. Para Elizabeth Lawley, «es una manera de participar con los demás envés de simplemente escucharse los unos a los otros.»
«Esto constituye un experimento para mi,» explicó Kevin Werbach organizador de la conferencia. «Algunos tienen miedo, otros lo ven como excesivamente vanguardista. No todos tienen la misma tolerancia con esto. Pero lo considero como inevitable e importante. Quiero ser él que le pone fuego a la gasolina.»
