En San Francisco la gente no se preocupa solamente por ganar millones de dólares. Activistas, ingenieros y hasta hombres y mujeres de negocios que quieren construir un mundo mejor, pero siempre armados de una computadora y un teléfono celular, no faltan. Algunos se reunieron del 6 al 8 de junio en el marco de la conferencia Planetwork para tratar de contestar a la siguiente pregunta: «¿cómo usar las herramientas tecnológicas para movilizar y fortalecer la sociedad civil y promover un mundo más justo, pacífico y sustentable?»
San Francisco, Californie, 16.jun.03
«Estamos retomando la verdadera herencia de la internet y el impulso creador colaborativo que está en la raíz de la revolución high-tech», nos explicó Jim Fournier, organizador de la conferencia. El primer objetivo era divulgar a la vez los mejores instrumentos tecnológicos y las prácticas más exitosas.
Varias sesiones fueron dedicadas a los programas para redes sociales (Social Networks Software). Friendly Favors, por ejemplo, «reúne» a más de 35,000 personas en 152 países. Es una red de redes que utilizan una misma tecnología, una base de datos de personas con objetivos compatibles que se recomiendan los unos a los otros.
Activistas y businessmen
Michael Litz, de OneWorld, una red basada en Londres, mostró como la internet le permite a aldeas de pescadores de la región de Pondichery en la India consultar la meteorología y transmitir a los pescadores por altoparlante las previsiones del tiempo, y reducir así los accidentes. Los teléfonos celulares les permiten enterarse de los precios practicados en los mercados de la región.
«Es la generación X encontrando a la del 1968», nos comentó Nancy Van House, profesora de la Universidad de California-Berkeley. Al lado de los jóvenes, la cantidad de hombres con larga cabellera de pelos blancos era notable. Lo más llamativo era ver el gran número de ellos que tecleaban sobre una computadora portátil durante todas las sesiones. Pero no era para despachar emails atrasados. Una red WiFi permitía a los presentes participar de chats y discusiones en línea sobre lo que estaban exponiendo los oradores. Una forma fascinante de interactividad en tiempo real.
Los businessmen no faltaban, como, por ejemplo Paul Hawken, conocido por sus libros sobre negocios y medio ambiente. Presentó a Groxis un programa que, según él, permite ampliar la circulación de información relevante entre organizaciones de la sociedad civil.
Pero el interés también va hacia las «redes económicas». En tiempos de crisis la red favorece el desarrollo del trueque como lo ha mostrado la situación argentina. Aun en el ámbito local facilita la puesta en relación de la oferta con la demanda. Los participantes están convencidos, para retomar las palabras de Annette Riggs, especialista de los modelos de comercio «sin efectivo» de que «las ideas y la tecnología están, solo hay que adoptarlas».
La «red social aumentada»
Uno de los proyectos más ambiciosos es la creación de «una red social aumentada» (Augmented Social Network), una referencia directa al término utilizado por Doug Engelbaert, presente durante la conferencia, e inventor del ratón y de la interfase gráfica, quién siempre vio en la computadora un medio para aumentar las capacidades humanas. Sus herederos ven a las redes de la misma manera. Ken Jordan, responsable del proyecto quiere «incorporar [el reconocimiendo de la] identidad y confianza en la arquitectura misma de la internet, teniendo en mente el interés del público para facilitar las presentaciones entre gente que comparten afinidades o capacidades complementarias en redes sociales distintas.»
La creación de mecanismos que permiten reconocer a quienes se conectan y estar seguro que son quienes dicen ser cuenta dentro de las primeras prioridades tanto de los activistas sociales como de los hombres de negocios. Pero la identidad que preocupa a Jordan y sus amigos «es la del ciudadano virtual más que la del consumidor.»
«Mucha gente y compañías creativas siguen en pié y quieren hacer algo que valga la pena para resolver los problemas del planeta» nos escribió Jim Fournier. «La internet podría ser nuestro último chance para salvar a la democracia y, tal vez, para evitar una catástrofe ecológica global.»