Después de haber pasado un mes entre México y Europa me llama la atención, a mi vuelta a Estados Unidos, la forma en la cual la tecnología digital está permeando la vida cotidiana. Estos son apenas algunos ejemplos.
San Francisco, 10.ago.03
Narcisista, como siempre, San Francisco está realizando una película sobre la CraigList, un sitio local en el cual los habitantes de la región suelen intercambiar todo lo que importa en la vida diaria: departamento, encuentros íntimos, horno usado, lo que sea.
Creada en 1995 por Craig Newmark, un programador que no pretende ganar «mucho dinero», el sitio es primero un instrumento comunitario copiado por 22 ciudades de EEUU. El tráfico total es de 450 millones de páginas vistas al mes.
La película, por su parte, será hecha en base a historias de algunas de las personas que usaron la CraigList el 4 de agosto: 1881 anuncios entre los cuales uno encuentra alguien que ofrece servicios eróticos para reunir el dinero necesario a una operación que le permitirá cambiar de sexo en Tailandia o una señora que busca desesperadamente una alma generosa para adoptar su perro ciego.
A veces aparecen invitaciones a participar en una «flash mob», un agrupamiento relámpago de gente que performan un acto gratuito en público como puede ser el levantar el dedo para designar un punto improbable en el cielo o aplaudir durante 15 segundos desde el balcón de un hotel antes de desaparecer.
El fenómeno nació en Nueva York y ha sido imitado en varias ciudades de EEUU, Europa y Japón. La tecnología importa ya que las citas se toman por email, por teléfono celular o son indicadas en algún sitio de la web. Pero se trata sobre todo de la más reciente manifestación de un fenómeno social nuevo anunciado por Howard Rheingold en su libro «Smart Mobs» [El Norte del 25 de noviembre del 2002]: el hecho de poder actuar gracias a la tecnología, con gente que uno no conoce.
Para millones de jóvenes estadounidenses, sin embargo, lo más importante del mes de agosto es el inicio del ciclo universitario. Por lo general, los nuevos estudiantes tienen que pasarse el primer año en el campus donde comparten un cuarto con otros. La selección es un proceso esencial, tradicionalmente dejada a la suerte o a las intuiciones de un empleado quien se pasa semanas buscando las mejores combinaciones posibles.
Para tratar de reducir los conflictos, 1500 universidades están confiando el delicado proceso a computadoras que resuelven el asunto en cuestión de minutos. Programas como Webroomz revisan cuestionarios llenados por los estudiantes y aplican tecnologías comparables a las que hicieron el éxito de los sitios de encuentros amorosos como Match.com.
Más que ciencia ficción, la noción de un refri que conserve los alimentos antes de transformarse en horno de microondas para cocinarlos, desafía la lógica. Sin embargo, el aparato existe y va a ser experimentado por 20 familias de la región de Boston en el marco de un proyecto de la Internet Home Alliance bautizado «Mealtime».
Apenas es un principio. El futuro, tal como lo presentó una conferencia organizada en San Diego a fines de julio por la Assossiation for Computing Machinery, está hecho de robots y de sensores capaces, en teoría, de simplificarnos la vida. Entre otros proyectos se destacan los muebles inteligentes que uno arma solo pero que le dicen cuando se equivoca. En otra versión, tales muebles se pueden desplazar solos en la casa y encontrar el lugar apropiado gracias a una red de sensores y micro motores operados electrónicamente.
DARPA, la agencia del Pentágono para la investigación, lanzó por su parte un concurso con un premio de un millón de dólares para quien logre construir un caro-robot capaz de ir solo, por las veredas, de Los Ángeles a Las Vegas. Tendrá que hacer el recorrido en 10 horas, el tiempo que lleva un camión de turismo por la autopista.
Puede parecernos locura. Pero ¿Quién hubiera previsto, hace 10 años que en el 2003, Amazon.com sería capaz de sugerirnos de manera acertada la compra de tal libro o tal disco capaz de interesarnos? ¿Quién hubiera dicho que decenas de millones de individuos confiarían en eBay para comprar o vender a individuos o empresas totalmente desconocidos? ¿Quién hubiera previsto que después del estrepitoso fracaso de tantas puntocoms, los estadounidenses utilizarían tanta tecnología en su vida cotidiana?