Contrario a las ideas convencionales, especialmente entre tecnófilos, la internet puede ser controlada de manera eficaz, sino perfecta. De Cuba a la China, los regimenes autoritarios lo están logrando [Ver El Norte del 12 de mayo]. Su éxito nos impulsa a preguntarnos si la ofensiva liderada por la industria discográfica para limitar el intercambio de archivos musicales podrá tener éxito alguno.

San Francisco, 19.may.03

Para lograr su cometido, la RIAA (Record Industry Association of America), y su aliada en la materia, la industria cinematográfica, cuentan ya con el Digital Millenium Copyright Act de 1998, el cual limita el uso que las personas pueden hacer de obras musicales y cinematográficas digitalizadas. Fortalecidas por sus nexos con diputados y senadores cuyas arcas nutren generosamente, éstas se esfuerzan ahora por lograr disposiciones incluso más draconianas. Y para terminar de rematar, la RIAA está considerando hacer que sea técnicamente imposible copiar un CD, así sea para uso personal.

Contra universidades y estudiantes

Un poco como el gobierno chino que impone castigos ejemplares a algunos usuarios de la internet a los que critica por sus prácticas, la RIAA ha entablado una serie de procesos judiciales resonantes. La asociación ya ha logrado el cierre de Napster, compañía pionera en materia de intercambio de archivos musicales en la red, y ahora se ensaña contra aquellos que invirtieron en la empresa. El caso de las empresas que recibieron la antorcha (Kazaa, Grokster, Gnutella, entre otras) es más delicado en la medida que éstas funcionan bajo un sistema totalmente descentralizado, y por consiguiente la RIAA ha decidido ensañarse contra las instituciones cuyos miembros hacen un uso intensivo de los servicios en cuestión.

La RIAA ha logrado que varias universidades tomen medidas severas contra algunos estudiantes. Y las excusas que debió pedir la semana pasada en Penn State University (donde acusó erróneamente al departamento de astronomía y astrofísica de tener archivos digitales ilegales) no afectan para nada la ofensiva y el miedo que ésta suscita.

La asociación arremetió directamente contra cuatro estudiantes a quienes demandó por daños y perjuicios hasta por 100 millones de dólares antes de aceptar un acuerdo amigable de más o menos 15 mil dólares según el caso.

Desde finales del mes de abril, la RIAA ha estado enviando mensajes electrónicos a los mayores usuarios de Kazaa y Grokster. En el mensaje les dicen que lo que hacen es ilegal y les muestra que tiene pleno conocimiento de sus identidades.

Sin tener el poder de un estado, la RIAA se empeña en su ofensiva para limitar el uso de la internet y podría lograr sus fines, tal y como lo hacen los regímenes autoritarios.

«Hay mucha similitud entre ambos casos», nos declara Taylor Boas, coautor del libro Open Networks Closed Regimes, sobre el control político de la internet. «La distinción entre el control perfecto y efectivo sí aplica», añade él. «Las disqueras no requieren de un control perfecto. Arremeten contra las universidades para reducir el número de grandes usuarios».

La fábula de los ratones y los elefantes

Los economistas tienen una metáfora para todo esto: el mercado, dicen, está en esencia compuesto por ratones y elefantes. Basta casi siempre con controlar la actividad de estos últimos para poner orden. «El punto es que para la mayoría de los propósitos, solo los grandes usuarios son relevantes», nos explica por email John Zysman, profesor de la Universidad de California en Berkeley. «Puede que no se pueda controlar cómo un puñado de ciertas personas usa la red, pero la mayor parte de su uso sí se puede moldear».

Paradójicamente, los regimenes autoritarios parecen tener una cualidad que escapa incluso a la RIAA: casi todos tratan de tomar partido de la tecnología que les produce miedo para fortalecer la oferta de ciertos servicios susceptibles a agradar a la población. La industria discográfica parece hacer caso omiso a esto, pues continúa dando prelación (con raras excepciones, como es el caso del iTunes de Apple) a medidas coercitivas, en lugar de sacar propuestas que resulten atractivas.

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J’enquête, je suis et j’analyse les technologies de l’information et de la communication depuis la préhistoire (1994). Piqué par la curiosité et l’envie de comprendre ce que je sentais important,...