Una tercera parte de los estadounidenses componen una llamada «elite tecnológica», la minoría activa que adopta primero los nuevos productos, los utiliza más activamente, gasta más dinero para conseguirlos y no podría vivir sin ellos. Un estudio publicado el 24 de noviembre por el Pew Internet & American Life Project, institución sin fines de lucro, permite entender por donde pasa la línea que separa a los «conectados» de los demás. Una oportunidad para que cada uno de nosotros vea donde se ubica.
San Francisco, California, 3.dic.03
Las demarcaciones más claras se dan en función de la respuesta dadas a las cuatro preguntas siguientes: ¿Ha cambiado de proveedor de acceso? ¿Ha cambiado la página ancla que le da dicho proveedor? ¿Qué lamentaría más perder: computadora, acceso a la red, teléfono celular, tele, periódicos o revistas? ¿Ha pagado alguna vez para conseguir contenido en línea?
Realizado en base a una encuesta llevada a cabo en octubre del 2002, el informe titulado Consumo de bienes y servicios de información en los EEUU divide a los internautas en función del material que poseen y de la forma en la cual lo utilizan.
La tercera parte más avanzada (31%), calificada de «tecno buza» incluye a tres grupos: la «joven elite tecnológica»(22 años promedio, hombres en su mayoría, 6% del total). La sigue la «generación X»(36 años promedio, balanceado en términos de géneros, 18% del total) y los «hijos del Baby Boom» (52 años promedio, hombres en su mayoría, 6% del total) quienes usan la tecnología profesionalmente. Hay que agregar 1% de «viejos hombres conectados» (70 años promedio) con más de 10 años de experiencia en la materia.
Llevado por los más jóvenes que identifican las nuevas tendencias y las ponen a prueba, este grupo constituye, según los autores del informe, la «clase creadora» compuesta de ingenieros, arquitectos, escritores y músicos.
Frente a ellos, el 69% de los estadounidenses tienen una relación distante con las tecnologías de la información. Los menos conectados incluyen a los «jóvenes casados» (15% del total, 24 años promedio) tan absortos por sus deberes familiares que el mundo virtual solo existe de manera marginal para ellos. El grupo menos conectado (16% de la población) está compuesto por personas mayores (73 años promedio) en su mayoría mujeres.
Malas noticias para los medios tradicionales: los más conectados renunciarían con mayor dificultad a su computadora (74%), a la red (68%), al celular (58%) y al email (57%) que a la televisión (48%), al periódico (12%) o a las revistas (10%). A la inversa, los menos conectados temen más perder acceso a la tele (63%) que a su celular (31%), la internet (22%) y el correo electrónico (23%).
«Para algunos de los usuarios más entusiastas de la tecnología, la línea telefónica alámbrica podría seguir el mismo camino que la radio de transistor,» aseveró John Horrigan, responsable del informe. Casi una décima parte de ellos ya renunció a su línea clásica (3% de los estadounidenses). Por primera vez el número de líneas telefónicas fijas ha empezado a disminuir.
Una de las diferencias más marcadas entre la joven elite tecno y los de más es que las dos terceras partes de ese grupo ya han cambiado de proveedor de acceso o están dispuestos a hacerlo. Es el doble de los demás. La misma proporción ya ha cambiado la página ancla que les da dicho proveedor mientras apenas una tercera parte de los demás ya lo han hecho.
Los más conectados consumen mucha información, apenas un 13% declara temer el exceso de información. Están dos veces más dispuestos a pagar para el contenido en línea (texto, video, música) que los demás.
Quienes nacieron con la red la usan de manera más interactiva que los mayores: bajan música, crean contenido, envían video clips, chatean.
Otro informe publicado por la misma institución en abril mostró que un 24% de los estadounidenses viven completamente a fuera de la internet. Más interesante todavía, 17% de la población renunció después de haber probado (apenas eran 13% en el 2000). Más de la mitad (52%) dicen que no les interesa o que no la necesitan mientras un 43% aluden a miedos que van desde la pornografía hasta el fraude y el robo de datos bancarios. Alrededor de un 30% dicen que no tiene tiempo o que les parece demasiado complicado. 11% no tiene computadora.